En el marco del Día Mundial de la Salud Mental, la Corporación Milvíctimas recuerda que el bienestar emocional de quienes han vivido el conflicto armado es un pilar esencial en los procesos de verdad, justicia y reparación especialmente cuando se trata de miembros de la Fuerza Pública víctimas del conflicto y sus familias, quienes han debido enfrentar no solo las heridas visibles del servicio, sino también las emocionales y sociales derivadas de la estigmatización, la incomprensión y, en muchos casos, la revictimización.
Hablar de acción sin daño implica reconocer que toda intervención institucional, jurídica o social debe realizarse con un enfoque humano y empático, evitando profundizar el dolor o generar nuevos impactos emocionales. Esto significa escuchar con respeto, comprender los contextos personales y familiares, y actuar con prudencia frente a las narrativas de dolor que acompañan cada caso.
En la justicia transicional, este principio se vuelve aún más relevante. La acción sin daño es una herramienta ética que orienta el trabajo de quienes acompañan a las víctimas militares en sus procesos de reconocimiento y reparación. Aplicarlo significa no solo proteger su salud mental, sino también garantizar su dignidad, reconociendo que detrás de cada expediente hay una historia de servicio, sacrificio y humanidad.
Desde Milvíctimas, se promueve un acompañamiento psicojurídico integral que busca fortalecer emocionalmente a las víctimas y sus familias, ayudándoles a afrontar los procesos judiciales con esperanza y equilibrio. A través de este enfoque, se contribuye a que cada víctima militar sea reconocida no solo por el sufrimiento padecido, sino por su valor y resiliencia al reconstruir su proyecto de vida.
Cuidar la salud mental es también cuidar la justicia. En cada asesoría, en cada testimonio y en cada espacio de acompañamiento, la Corporación Milvíctimas reafirma su compromiso de actuar sin causar daño, de escuchar sin juzgar y de defender con empatía. Porque la reparación verdadera no se limita a los fallos judiciales, sino que comienza cuando el Estado y la sociedad reconocen el derecho de cada víctima a sanar.







